Ética hacker y comunalidad digital: la necesidad de construir una Internet biodiversa en tiempos de crisis

derechos digitales colectivos
30 octubre, 2018
sursiendo

Lugares comunes

Capítulo 1 del libro Prácticas comunicativas y prefiguraciones políticas en tiempos inciertos
de Amaranta Cornejo Hernández (Coordinadora), México: CESMECA-UNICACH.
Escrito en diciembre de 2017. Publicado en junio de 2018.

 

Ética hacker y comunalidad digital: la necesidad de construir una Internet biodiversa en tiempos de crisis

Intro
Lo que sigue a continuación son reflexiones a partir de mi experiencia como activista y científico social preocupado por la deriva que están tomando nuestras sociedades, cada vez con una mayor escalada de violencia, desigualdad, control, despojo, etcétera.

Por eso el llamamiento en el título a la «necesidad» —también podría ser a la responsabilidad— de reflexionar para activarnos, de imbuirnos de visión crítica y construir conjuntamente sociedades más justas, sanas y biodiversas. No creo que sea tarea fácil, pero es cuestión de que cada quien aporte desde su ámbito de acción. El mío es Internet y los movimientos sociales.

Desde hace años vivimos tiempos de crisis: económica, social, política, ecológica, cultural, etcétera. Son tiempos convulsos pero también son momentos de transición entre algo que está acabando y algo que está comenzando. No es necesariamente un cambio «a mejor», no es algo automático o predestinado, pero puede ser una oportunidad para que como colectividades hagamos posibles transformaciones y seamos protagonistas de eso nuevo que todavía está por nacer. Aunque puede también que nos encontremos con algo peor.

Y en medio de este contexto de crisis está Internet.

Muchos trabajos realizados en las últimas dos décadas comienzan con alguna frase parecida a «Internet cada vez está más presente en nuestras vidas», o «vivimos en sociedades hiperconectadas», o similares. Es algo incuestionable. A junio de 2017, según la web Internet World Stats, más de la mitad de la población mundial es usuaria de Internet, con 3,885,567,619 internautas. Así, la tasa de personas conectadas es de alrededor del 85% en los países del Norte global, mientras que en África, por ejemplo, es del 31%. Como dato importante vemos que una de las regiones que registró mayor crecimiento de internautas es América Latina, llegando en la actualidad al 62% de la población. Pero Internet es mucho más que porcentajes.

Tal y como dijo hace unos años Manuel Castells, “Internet es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, interacción y de organización social” (2001). Llevamos aparatos conectados pegados al cuerpo, en reuniones de grupos de amigos no es extraño que alguien saque su celular o que se comente alguna anécdota o noticia que ha visto en su navegar digital. Actualmente la Red es el dispositivo sociotécnico más importante para comprender muchos de los comportamientos sociales, así como analizar qué puede estar pasando en un futuro no muy lejano. “Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento” (Castells, 2001).

Es claro Enrique Dans al advertirnos:

Olvida lo que sabías de geopolítica y economía… La alteración que supone en la geopolítica y la economía tradicional la superposición de una red de información global en la que las fronteras tienden progresivamente a perder su sentido, en la que los costes de transacción se reducen al mínimo, y en el que grandes corporaciones como Google, Facebook o Amazon pasan a jugar, con sus decisiones, un papel más importante que el de muchos gobiernos. Las fronteras, los países y las ciudadanías, convertidos en un concepto ya no sólo revisado y revisable, sino cada vez más irrelevante […]. Lo que sabíamos de geopolítica y de economía global, convertido en papel mojado (Dans, 2017).

Internet es la herramienta, el medio, el dispositivo, la red, el espacio. Pero es importante no abandonarse al determinismo tecnológico, siendo demasiado tecnooptimistas como para creer que Internet es neutral, un ente ajeno a las interacciones sociales, que nos va a llevar al desarrollo humano y económico en todo el planeta. Por contra, hace ya algunos años que esas posiciones tienen cada vez menos relevancia y han ido destacando otras que ponen el acento en esa característica sociotécnica de Internet, es decir, “que la sociedad se construye tecnológicamente y la tecnología se construye socialmente; […] no sólo sacralizar al ciberespacio como escenario que permite procesos como la movilización, participación y colaboración, sino también entender cómo el mal uso de las tecnologías pueden generar dependencia, control y reproducción de las lógicas de poder” (Hermann, 2013).

Una sociedad que Manuel Castells (2001) nombra como Sociedad-Red, que va más allá de la tecnología en sí, que nace en medio de esas crisis, y que contribuye a vivirla de otras formas. Algunas de estas formas son de resistencia, de denuncia, de iniciativa, de construcción. Y ejemplos de ello podemos verlos en el feminismo o en el hacktivismo. Desde ahí es desde donde se parte en estas reflexiones para llegar a cómo podría ser un Internet más biodiverso, que aporte a alcanzar sociedades que vivan “un mundo donde quepan muchos mundos”.

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