Sursiendo hilos sueltos
Navegar por Internet es un océano de posibilidades. Quienes tenemos esta herramienta disponible cotidianamente no solo la usamos para comunicarnos con otros y otras. También para buscar información, pagar cuentas o hacer trámites burocráticos, como medio de entretenimiento o de trabajo. Eso, un océano de posibilidades.
Sin embargo en la última Cumbre de las Américas en Panamá varios presidentes latinoamericanos recibieron de parabienes la propuesta que Mark Zuckerberg llama Internet.org.
¿Por qué “sin embargo”? Este proyecto consiste en un arreglo privado/público para brindar conectividad a través de una aplicación para “teléfonos inteligentes” en zonas donde actualmente no llega la red. Y sostiene que dará acceso a servicios básicos. ¿Cómo cuales? Los servicios ofrecidos dependen de los acuerdos a los que se llegue entre Internet.org, los gobiernos nacionales y la empresa de telefonía que facilitará el servicio. Como quiera que sea, siempre serán un puñado de sitios a los que acceder… 15, 20 o 30, solo eso, un puñado.
Para embrollar el asunto no solo se ha dado en llamar Internet.org a un servicio que no brinda ni acceso verdadero a Internet ni es una org(anización) de la sociedad civil, también se intenta presentar como una salida viable: “si alguien no puede permitirse el lujo de pagar, siempre es mejor tener algún tipo de acceso que ninguno en absoluto.” Esos “algunos servicios” refieren a conectarse sin costo a plataformas burocráticas, de transporte, educación o clima… y Facebook, claro.
La situación se tergiversa más si consideramos que el modelo de negocios del gigante de la red social azulita es la venta de publicidad por la cual los usuarios somos el producto. Con este modelo se centralizan los datos de los usuarios que luego fácilmente pueden ser vendidos o entregados a quienes los requieran. Ya en alguna ocasión Facebook incluso admitió que también rastrea a los no usuarios de su red ¿Es esta la solución que tienen en mente gobiernos de todas las latitudes para cumplir con el derecho humano del acceso a Internet? A simple vista se ve ya que una propuesta de este tipo solo conviene al marketing y la vigilancia.
Hoy este sistema ya existe en varios países del globo, además de pretender mercados como el europeo y la mismita Cuba, que “encaja perfectamente con su misión”.
En la última Cumbre de las Américas Zuckerberg llegó a promocionar su producto y consiguió seducir a varios presidentes latinoamericanos. Por empezar, Panamá se convirtió en el tercer país de la región en adoptar el sistema (detrás de Guatemala y Colombia). Además, unos años antes, la empresa había lanzado en Paraguay el ya concluido proyecto Facebook Libre. En aquel momento, un programador local desarrolló un túnel para saltarse las limitaciones del sistema y poder conectarse a toda la Red. Una respuesta tecnológica contundente. O más bien tecnopolítica.
También mantuvo conversaciones con Ollanta Humala, de Perú; Cristina Fernandez, de Argentina y Dilma Rousseff, de Brasil. También Enrique Peña Nieto, de México tuvo su reunión y selfie correspondiente.
Así, mientras los gobiernos latinoamericanos miran con buenos ojos un proyecto que creen les dará créditos políticos, quienes nos apoyamos en los principios de la Red (libre, abierta, colaborativa, participativa, incluyente) no podemos menos que señalar los peligros que éste traería.
Internet.org quiere ser presentada como una iniciativa de la sociedad civil con fines altruistas. Cuesta creerlo cuando además de Facebook lo integran compañías como Ericsson, Mediatek, Opera, Samsung, Nokia y Qualcomm. Todas ellas empresas (no organizaciones de la sociedad civil) que realizan acciones con fines lucrativos. Pero además, tal y como lo recuerda María del Pilar Sáenz, el propio Zuckerberg declaró este año en el Mobile World Congress 2015 de Barcelona: “Al finalizar queremos hacer más dinero y conectar a más personas en el proceso”. Ni más ni menos.
Ante este panorama para el caso de Panamá, RamónRamón explica que por otra parte el proyecto recibe subsidio estatal. Un gran negocio: doble ganancia proveniente del dinero estatal y el lucro con nuestros datos. Todo sin necesidad de mayor inversión. En el país canalero además, ya se cuenta con un proyecto de internet gratuito y la inversión ya fue realizada por lo que es “ridículo que una única empresa quiera controlar la forma como personas sin recursos deben conectarse”. Frente a esto, desde el Instituto Panameño de Derecho y Nuevas Tecnologías (IPANDETEC) lanzaron una petición que elevarán al ejecutivo.
También desde Brasil los principales actores en defensa de los derechos digitales entregarán una carta a la presidenta en la que denuncian con contundencia que Internet.org viola los fundamentos del Marco Civil da Internet y los Principios para la Gobernanza y Uso de Internet de ese país.
Una de las resistencias más sobresalientes llegó desde la India cuando defensores de la neutralidad de la red (el principio por el que todo el tráfico en Internet debe ser tratado de forma igual, sin privilegios ni favoritismos) presionaron con campañas para dar marcha atrás en esta iniciativa. Así “un grupo de empresas tecnológicas y de Internet más importantes de la India se ha retirado de Internet.org” ¿Cómo pasó esto? En poco más de semana se han enviado cerca de un millón de correos electrónicos a la Autoridad de Telecomunicaciones de la India (TRAI), el regulador de telecomunicaciones, desde la plataforma http://savetheinternet.in.
Precisamente la defensa de la neutralidad de la red ha sido un piso común en las oposiciones al proyecto, puesto que en tanto que la aplicación privilegia el acceso solo a un reducido número de sitios, no se permite la libre competencia ni la libre elección. Por ejemplo, mediante Internet.org nos sería imposible acceder a sitios que respeten nuestra privacidad en linea o nuestros blogs favoritos y se coarta la iniciativa local para el desarrollo de software o contenido, por ejemplo.
Apenas pasada la reunión, Peña Nieto publicó “Gracias Mark Zuckerberg por la plática de esta mañana. Me dio mucho gusto coincidir en Panamá, y avanzar en los detalles de la próxima llegada de Internet.org by Facebook a México”.
Ya en septiembre de 2014 se anunciaba que México se conectaría a este sistema. Puede que su idea sea dar rienda suelta a las posibilidades que obtuvo en la reforma de la ley de Telecomunicaciones e integrarlo a la Estrategia Digital Nacional. Con el detalle de que su promesa incluye “el acceso universal a internet, pasando por políticas de inclusión digital, hasta elementos sustanciales de gobierno digital”. Otro apartado merece una crítica más profunda a este plan, pero por lo pronto está claro que Internet.org está muy lejos de cumplir con esto, ni tan siquiera en los papeles. Aún así, el presidente mexicano expresó que “aquí (en México) hay espacios de participación al empresariado nacional y extranjero que quiera invertir y acompañar este esfuerzo y esta obligación que tiene el Estado mexicano”.
Pero entonces ¿qué queremos? La concentración del poder nunca ha dado buenos resultado para las poblaciones. Por eso defendemos una red descentralizada, tal y como fue pensada en sus inicios. Y además la utilización de herramientas y dispositivos que nos permitan conocerlos tanto como ellos pueden conocernos a nosotros y nosotras.
El año pasado en una plática en el Rancho Electrónico, Jérémie Zimmermann decía que esos teléfonos que algunos llaman inteligentes no son teléfonos ni son inteligentes. “No son teléfonos porque son computadoras con un gran número de sensores y no son inteligentes porque poseen chips que son como cajas negras que no podemos controlar o saber cómo funcionan”.
Aceptar este tipo de proyectos avasalla derechos humanos fundamentales cuando, al limitar la navegación dentro de unos pocos sitios, se facilita el monitoreo del tráfico, la vulneración de la privacidad, la vigilancia masiva y por su puesto la libertad de expresión.
Hace un par de años cuando nos preguntábamos qué tipo de internet queremos nos dábamos cuenta cerca de la mitad de las propuestas “resultan ser acciones que puede (debe) llevar a cabo la propia sociedad”. Y se aseguraba que “proponer leyes usando las herramientas del Internet es, en sí, la puesta en práctica del ejercicio de nuestro derecho a la participación política (haciendo uso del Internet, aunque suene redundante)”.
Usar las leyes creativamente también resultó ser algo funcional para el caso de Rhizomática, una red de telefonía comunitaria que partió de la idea de la autorregulación para construir su sistema de comunicaciones y un tiempo después consiguió la concesión legal por parte del Instituto Federal de Telecomunicaciones para operar por dos años. Hoy Talea de Castro, una de las 50mil comunidades indígenas de México sin servicio telefónico, ya tienen el suyo propio. “Estamos en un camino largo e interesante, algo que jamás se había hecho. Faltan muchas cosas y estamos en espera de esos retos”, dice Pedro Flores, coordinador del proyecto. Este mismo principio puede ser aplicado a un servicio de Internet.
Entendemos que éstas son propuestas de larga implementación y corto alcance territorial. Entendemos que las propuestas de las que la propia comunidad debe apropiarse, requieren más esfuerzo. Pero también entendemos que el haber dejado que unas cuantas empresas nos proveyeran de estos servicios, que acceder a aplicaciones fáciles y resueltas, que el usar lo que está de moda, nos ha llevado a una situación de inequidad aún mayor.
Por eso necesitamos reflexionar cómo queremos hacer/vivir la tecnología. Elegir no solo qué servicios usamos sino cuáles de nuestras informaciones queremos dejar disponibles en linea. Si nuestra información se almacena en unas pocas manos, lo único que se alienta es la concentración de los poderes y la manipulación.
Será más lento, y habrá que aprender algún que otro tecnicismo más, pero apoyar (o construir) comunicaciones autónomas y comunes nos permite ser más libres y tener esa red oceánica que defendemos.