Por Jes Ciacci
Publicado originalmente en la Revista 404,
del Centro de Cultura Digital de Ciudad de México.
(read in English)
¿Dónde se cruzan las tecnologías digitales y lo político?, ¿dónde con nuestras vidas en colectividad?
A estas alturas de la vida digital, ya se habrán encontrado más de una vez con alguna frase referente a que las tecnologías no son neutrales, sino que responden a posiciones sociales, políticas y económicas que no son explicitadas. Pero… no lo parecen, ¿cierto? O al menos, saberlo nos es insuficiente para tomar acción y encaminarnos hacia nuestras visiones de mundo cuando éstas no se asemejan a las visiones de las tecnologías que usamos. Reconocemos que un puñado de corporaciones codifican nuestras ilusiones, controlan lo que vemos e imponen las plataformas en las que trabajamos, pero no vemos opciones más allá de eso. ¿Hacia dónde estamos mirando? ¿Qué tanta disposición tenemos para reaprender y revincularnos con las tecnologías digitales que usamos en el cotidiano? ¿Para qué lo haríamos?
Desde el proyecto Tecnoafecciones lo nombrábamos de esta forma:
Hace algunos meses leía en el plan estratégico de una organización dedicada a la defensa de derechos digitales que:
Nombrarlo desde esta “amplitud” nos acerca a revisar cada una de las dimensiones donde podríamos accionar. Es por eso que implementar planes estratégicos que contengan estas visiones de mundo habilita líneas de acción para repolitizar las tecnologías en nuestros propios términos. Por eso Tecnoafecciones “está dirigido a personas que tengan oportunidad de repensar su relación afectiva con las tecnologías: los modos de hacer, los vínculos que habilitan o inhabilitan, los impactos cercanos y lejanos” (Jes Ciacci y Paola Ricaurte, 2024) y propone algunas primeras acciones posibles para implementar desde lo personal, comunitario, estatal y global.
Podría poner el caso de la masiva salida de usuarios del ex-Twitter tras su última adquisición y sus nuevos cambios en las políticas de moderación de contenido. En noviembre de 2022 se documentó que “tras la compra de Musk, se vio un aumento de 500% de insultos raciales, según Network Contagion Research Institute” (Redacción AN / MSD, 2022).
Pero, ¿todas las tecnologías permiten ser repolitizadas en nuestros propios términos? Desde cierto lugar de obviedad, es claro que las tecnologías corporativas no habilitan las mismas posibilidades que las tecnologías libres, comunitarias o democráticas.
Hacia finales de 2023, desde Sursiendo, iniciamos una serie de conversaciones para nombrar y caracterizar a “las personas detrás de las tecnologías que queremos”. En estas entrevistas nos proponemos contar(les), contar(nos) cuáles son los deseos, las intenciones y las esperanzas de las personas y colectividades que desarrollan y mantienen tecnologías digitales desde una perspectiva de justicia social en su más amplio espectro. “Si tuvieran que darle una personalidad al programa, aplicación o infraestructura que [desarrollan], ¿cómo [dirían] que es? ¿[Cuál] es el camino por el [que] llegan a un proyecto como este? ¿Qué les motiva a seguir formando parte?”.
Es posible leer, en voz de las personas que escriben o mantienen estas tecnologías, cuáles son las ideas de mundo que intentan sostener y apoyar al desarrollar tecnologías-otras. Por ejemplo, María Álvarez Malvido nos dirige a ello y nos empuja un poco más allá:
Otras experiencias que me resultan cercanas al momento de poner en práctica la tecnología en “manos de las personas” son las acciones que se construyen desde May First, una cooperativa tecnológica de membresía con más de 700 personas y grupos integrantes. La cooperativa impulsa procesos democráticos de toma de decisiones sobre la infraestructura tecnológica que habitamos. En esa toma de decisiones, algunas se vinculan con la propia infraestructura y otras con la dirección política que debería tomar la organización.
En el artículo “Política y prácticas de una tecnología autónoma: voces de la membresía de May First” nos preguntábamos: “¿qué implicaría crear, construir, mantener tecnologías que escuchen a quienes las usan? ¿Qué significaría mantener una infraestructura para movimientos políticos profundamente vinculados con sus comunidades y la justicia social?”. Allí se recoge la voz de alrededor de veinte membresías de May First que comparten las implicaciones políticas de la técnica al formar parte de la cooperativa.
Y entonces, ¿cómo diseñar tecnologías de forma consensuada, en apoyo a las personas y al planeta? Desde May First se ensayan formas que habilitan la participación y la acción. Además de dos grupos permanentes de trabajo (uno enfocado en proyectos para mejorar el uso y el mantenimiento de la infraestructura digital, mientras el otro está centrado en avanzar las líneas políticas de la organización), la cooperativa tiene una Junta Directiva de 26 integrantes, elegida democráticamente en votaciones anuales por las y los integrantes de la membresía, quienes cada año también votan cuáles serán las prioridades sobre las que habrá que enfocar el trabajo del siguiente periodo.
Las acciones políticas de la organización se tejen además junto a otras redes y espacios en los que May First participa, así como con seminarios y conversatorios periódicos, donde se reflexiona sobre la intersección entre las tecnologías digitales y los procesos sociales que sostenemos. Por ejemplo, está el espacio “Sacar la tecnología de mi cuerpo”, enfocado en reconocer la implicaciones del uso de tecnologías digitales tras la anulación del caso Roe vs. Wade en Estados Unidos y la consecuente restricción del acceso al aborto como una estrategia de represión sobre nuestros cuerpos. También existe el webinario “El impacto de la inteligencia artificial en los movimientos sociales”, donde dialogamos con la investigadora Paola Ricaurte sobre una visión de la inteligencia artificial que articule los aspectos macro y micropolíticos del desarrollo tecnológico, como parte de un proyecto descolonial y feminista.
Hay un ejemplo más que da cuenta de las vinculaciones entre las tecnologías dominantes y la distancia enorme que tienen con las acciones de justicia social que muchos miembros de May First apoyan. La campaña No Tech for Apartheid denunciaba, ya desde 2021, a Amazon y Google por hacer negocios con el gobierno israelí, apoyando de esa forma el apartheid y el genocidio en Gaza. Nimbus, además, es un proyecto de Google que proporciona servicios en la nube y de inteligencia artificial al gobierno israelí, contra el que algunos empleados del propio gigante tecnológico realizaron protestas; se citó un informe que revela que Google ha creado herramientas específicas para el Ministerio de Defensa de ese estado. Como respuesta, Google despidió a 50 trabajadores con un claro mensaje sobre la importancia que le otorga a estos contratos.
Poco más de un mes previo a estos acontecimientos, May first Movement Technology pudo declararse Espacio Libre de Apartheid (ELA), “comprometiéndonos a respetar los principios construidos por la sociedad palestina a través del movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS)”. El camino que habilitó esta acción fue resultado de una verdadera propuesta de abajo hacia arriba. El equipo del Programa de Infraestructura y Servicios Tecnológicos (TIAS, por sus siglas en inglés) hizo un llamado a toda la membresía para declarar a la organización como Zona Libre de Apartheid. Tras aprobarse, la Junta Directiva lo ratificó y se compartió como parte de nuestras políticas de acción, lo que extiende el compromiso a “incluir el boicot a los productos y servicios de Amazon y Google, junto con fomentar su desuso y promover sus alternativas entre la membresía de May First y nuestros movimientos”.
Reconocemos los desafíos que estas acciones implican tanto en lo personal como en lo colectivo. También consideramos, citando a Paola Ricaurte en nuestra reciente conversación, que:
Para quienes reconocemos los procesos sociotécnicos implícitos en las tecnologías que habitamos y hacemos de esos espacios también lugares de vinculación, afectos y resistencia, es esencial hacerlo desde tecnologías que apuesten por la reproducción de la vida. Lo haremos poco a poco, sí, porque nos inspiran desde las montañas del sureste mexicano: “Caminamos lento porque vamos lejos».