Sursiendo hilos sueltos
Nuestra experiencia en el desarrollo de formación en herramientas y procesos en un plan de acompañamiento en seguridad digital a largo plazo
Emprender procesos de educación en torno a la apropiación de las Tecnologías de la Información y la comunicación (TICs) no solo conlleva un fuerte componente de aprehendizaje técnico sobre cómo usar las tecnologías, también debe producir procesos de reflexión crítica sobre los contenidos que necesitamos enseñar-aprender y las metodologías pertinentes para ello.
Los enfoques actuales que apoyan procesos de alfabetización en tecnologías van quedando insuficientes y rezagados ante los cambios y revires del sistema de producción de conocimiento y de las necesidades de los contextos. Se ve con mucho entusiasmo el abordaje de las tecnologías en la educación, suponiendo que ahorrarán recursos y facilitarán procesos, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones hemos visto que son incorporadas de manera desigual, fragmentada y desde concepciones estáticas y limitadas, que apenas pueden incidir en la mejora de procesos de enseñanza. En ese sentido, la tecnología es mirada a menudo como una simple caja de herramientas y se indaga poco en su acción para definir nuevos entornos de aprendizaje fuera de la educación formal o de su valor en la capacitación para buscar empleos mejor remunerados.
En contraparte, los entornos digitales demandan preparar para la vida y desarrollar habilidades para entender y aprovechar las herramientas tecnológicas más allá de su mero uso instrumental, es decir, que apoyen al desarrollo de competencias complejas, relaciones, acciones, conocimientos, hábitos, prácticas y sobre todo pensamiento crítico en torno a ellas.
En espacios donde estar conectados es lo habitual, se requiere del trabajo intencionado, desde la educación formal y no formal, para desarrollar habilidades críticas que nos ayuden a habitar de mejores maneras los escenarios que imponen la innovación y tecnologías emergentes. Partiendo de que “No somos ni nativos ni inmigrantes digitales”, a menudo nos vemos en soledad, como navegantes de un mar tecnológico en el que aprendemos a sobrellevar las olas y, en el mejor de los casos, a nadar desde la autonomía de nuestros ensayos. Es por ello que necesitamos apoyo y acompañamiento mutuo para construir relaciones más creativas con la tecnología.
Uno de los problemas principales que afrontamos no tiene que ver solo con acceso, sino con las capacidades desarrolladas para acceder de maneras más reflexivas, activas y críticas; aquellas maneras que nos permitan relaciones más dignas, y no solo los posibles devenires actuales como consumidores pasivos, irreflexivos y subordinados, sino como prosumidores. Se trata de superar brechas de acceso, infraestructuras y capacidades mediante procesos críticos de formación en tecnologías.
En ese sentido, se impone necesario repensar los objetivos de la educación en TICs. Alfabetización digital y educación digital que generen habilidades para la transformación de las realidades, guiadas por las preguntas que nos ayuden a responder qué tipo de mundo queremos y cómo lo queremos habitar, desde la reflexión de esas realidades aumentadas y nuevos territorios que la tecnología ha posibilitado.
Estamos cada vez más hiperconectados, e Internet es ese territorio en donde se recrean nuestras relaciones sociales, por lo que repensar esas relaciones en el sentido de nuestras conexiones tecnológicas deviene pertinente. Teniendo en cuenta, como lo hemos consignado en una investigación anterior, que, “ese territorio, como muchos otros, está amenazado por el neoliberalismo, a través de la vigilancia y el control, la criminalización y el despojo, la comercialización de datos personales y la falta de ética. Internet es un territorio en disputa.”
En relación a ello, encontramos de ejemplo la situación actual del estado de vigilancia y falta de privacidad generalizado, en donde cada vez más nos vemos amenazados por el poder irrestricto de las empresas de comunicación y tecnología, al amparo del estado. Como dice Snowden “Los gobiernos están empezando a delegar su autoridad a las grandes plataformas tecnológicas”. Y con ello estamos en desprotección e incomunicación, avasallados por montañas de información y fake news, que definen nuestros destinos manifiestos en relación a intereses del capital y no del bienestar común.
Así, nos encontramos en México con un contexto que atenta contra nuestra seguridad y la de nuestra información en los entornos digitales, afectando nuestra seguridad integral, como lo consignamos en el Informe mencionado: “Ejemplo de ello es la situación de la seguridad digital atraviesa momentos de amenaza a organizaciones, activistas sociales y defensoras de derechos humanos, como hemos visto con el despliegue de la vigilancia de Estado y los casos de utilización de software de espionaje Galileo, de la empresa Hacking Team, o Pegasus, de NSO Group, además de criminalización y censura. Tanto instituciones públicas como corporaciones tecnológicas ponen en riesgo la seguridad en el trabajo de defensoría y acompañamiento a procesos colectivos, que también se ve afectada por el crimen organizado”.
Ante lo anterior, afirmamos que procesos de educación más críticos son necesarios para reformular los escenarios que ponen en riesgo nuestra seguridad, pues los actuales nos despojan de agencia y decisión sobre los futuros que queremos. Es así, junto a García Canclini, creemos que, “frente a la desciudadanización sistémica del capitalismo conectivo, la educación es necesaria para que las capacidades de los internautas no se limiten a mostrar creatividad y ocurrencias, sino para construir comunidades alternativas”, entre ellas “las comunidades de software libre, como fuerzas contrahegemónicas, cuestionan la actual hegemonía tecnológica, política y económica”.
No estamos solas y solos en este proceso de liberación y reapropiación de tecnologías más pertinentes y adecuadas, apostamos por los procesos comunes para devolver a la red y procesos digitales ( y las interacciones dentro de ella) su potencialidad crítica y creadora, como la tenían en sus inicios. En palabras de Jordy Jubany: “un sentido crítico del uso que hacemos de las tecnologías. Nos hemos de educar juntos en las potencialidades y los inconvenientes de la red.”
Una propuesta basada en la autodefensa y autocuidados digitales
Es así como, en un esfuerzo por repensar procesos de formación más comprensivos y cercanos, junto a seis organizaciones defensoras de los derechos humanos de Chiapas, hemos transitado hacia la construcción de una propuesta de acompañamiento en seguridad digital, que tome en cuenta las necesidades de los usuarios y proponga alternativas desde la autodefensa digital y los autocuidados.
Dicha propuesta se desprendió de la experiencia de trabajo desarrollada durante estos años de trabajo sobre seguridad digital con organizaciones sociales de Chiapas, sumada al marco de una investigación más amplia realizada en 2018, que buscó realizar un diagnóstico de la situación en la región, como botón de muestra o crisol particular del espectro de internet como territorio en disputa.
Para ello, se elaboraron diagnósticos particulares participativos que arrojan luz y ruta sobre los caminos posibles hacia escenarios con mejor seguridad digital en cada organización participante, partiendo de la premisa de que se ha estado viviendo (se vive) un contexto de violencia, represión y criminalización hacia las y los defensores de derechos humanos.
La experiencia de diagnóstico fue desarrollada desde enfoques y metodologías de la educación popular y dinámicas participativas con el apoyo de herramientas para el desarrollo de fichas de información en la red, encuestas, talleres, notas de campo y entrevistas enfocados desde los espacios y contextos locales, que permitieron la implementación de mejoras en temas de seguridad digital. Como resultado del análisis de las informaciones recabadas durante el proceso de diagnóstico, se realizó un taller inicial de atención a dudas, aclaraciones y buenas prácticas, que sirvió para resolver cuestiones básicas en relación a herramientas digitales y usos recomendables.
Dicho proceso de formación propuesto es un continnum en esa línea de trabajo y experiencia realizada, y recupera dichas experiencias de trabajo y análisis. A la vez se nutre de los enfoques transitados para profundizar y transformar prácticas que ayuden a la organizaciones a mejorar sus dinámicas en los entornos digitales a largo plazo. La intención es aportar al fortalecimiento de su seguridad integral, desde una propuesta de seguridad tecnológica que atienda los riesgos que consideran críticos para el desempeño de su labor, y desde un enfoque de trabajo que define a la “seguridad digital” como prácticas de autodefensa y autocuidados digitales capaces de mejorar la vida «en línea” hacia el horizonte amplio al que aspiramos: la soberanía tecnológica.
A partir de lo anterior, desarrollamos una propuesta para la compartición de herramientas y procesos en un plan de acompañamiento a largo plazo, en el que cada organización conozca, use y se apropie de conceptos, herramientas y prácticas más seguras, al realizar sus actividades para la defensa de los derechos humanos y el territorio, en un escenario de vigilancia y persecución estatal que prevalece contra quienes realizan tareas que ayudan a mejorar procesos colectivos y comunitarios en la región, como es el caso de las organizaciones con las que trabajamos.
Esta experiencia educativa y de trabajo cercano con comunidades ha sido un espacio de experimentación y diálogo entre enfoques y técnicas diversas de aprendizaje, desde los aportes del software libre, para promover el desarrollo de habilidades que permitan a quienes participan, apropiarse y reconstruir su relación con la tecnología. Partimos de una metodología que motive el aprendizaje autónomo, en donde vemos que aprender a aprender tiene sentido en los multiversos tecnológicos, e implica el desarrollo de habilidades de aprendizaje que nos ayuden a mantenernos actualizados en el contexto de la vorágine de producción de conocimientos de la actual era digital. Hemos avanzado hacia escenarios que piensan y reescriben la tecnología desde nuestras propias necesidades.
Aún no terminamos, vamos a medio camino, registrando nuestros logros y problemas para poder compartir estrategias, que nos ayuden a pensar tecnologías más sanas y cercanas, hacia el bien común.
(las imágenes que acompañan este texto son de Simon Landrein)