¿Por qué pensar en soluciones ‘low-tech’ ?

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24 mayo, 2018
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Sursiendo hilos sueltos

Pequeñas reflexiones para la tecnología social en el marco del #RightsCon

Terminó una nueva edición del #RightsCon, la conferencia de derechos digitales más grande de este momento. Para Sursiendo esta edición fue la primera experiencia y en el camino nos invitaron a participar del panel convocado por el Fondo Global por los Derechos Humanos, Innovación en primera línea: cómo los activistas de base están utilizando la tecnología para mejorar su trabajo [Innovation on the frontlines: how grassroots activists are utilizing technology to enhance their work]. Compartimos el espacio con increíbles activistas por los derechos humanos de Filipinas, Egipto y Uganda… ¿qué podríamos aportar a las ‘soluciones low-tech’ sobre las que se quería conversar?

Entendemos las tecnologías de una forma amplia y holística que no solo incluye a las comunicaciones digitales [a pesar de que eso sea lo que más nos apasiona]. Vivir y trabajar desde Chiapas, al sur de México, y con diversos grupos enfocados en la defensa territorial y de derechos humanos desde sus propios contextos nos ha llevado a entender, con pasitos de caracol, que las tecnologías son mucho más vivenciales, complejas y humanas que los muchos algoritmos, cables, códigos y etcéteras con los que está construida. ¿Y eso qué significa?

Podemos hablar de los procesos que acompañamos para la migración a servidores autónomos o de algunos para la utilización de llaves de cifrado. Sin embargo creemos que lo importante está en las formas en las que transitamos esos procesos de uso y apropiación. No estamos inventando la rueda con esta afirmación [nos hizo mucha ilusión encontrarnos que en la conferencia hubo diversos anti-paneles que se enfocaron en hablar de las tecnologías desde estas otras-formas de pensar/sentir/hacer] y aún así, apenas inicia el acercamiento a la idea de que para trabajar tecnologías desde una perspectiva social necesitamos ir allí donde las personas están. Habitando esos espacios podremos romper con la idea de que la ‘inclusión’ es ‘traer’ a las personas a nuestras formas de ver y hacer tecnología para pasar a comprender que la inclusión tiene que ser multidireccional.

Nos rodea la colonización tecnológica: plataformas privativas, infraestructuras centralizadas, obsolescencia programada, estándares cerrados, modelos multistakeholder. ¿Cómo responder? Hacerlo desde una perspectiva política es fundamental: las tecnologías no son neutrales y sin embargo [por mucho que nos duela en el corazoncito y por mucho que creamos que sí lo es] la mejor respuesta a practicar con quienes trabajamos no siempre será el software libre. O al menos no la única, o la primera. Si hay algo que hemos aprendido en estos años es a no señalar a nadie por sus prácticas digitales. Que lance la primera piedra quien esté libre de usar al menos una tecnología privativa [¡y conviva en este mundo moderno!]. Estamos aquí, estamos ahora y estamos para aprender juntas y juntos a habitar espacios más respetuosos para todas y todos [inlcuidos los digitales]. Y eso lleva su tiempo y su cambio de hábitos.

Queremos apoyar la defensa de ideas, procesos, personas, memorias, afectos. Nos interesa hacerlo desde la perspectiva de los derechos colectivos y en ese sentido las personas con las que trabajamos esperan de nosotras y nosotros que además de apoyarles a resolver problemas técnicos, entendamos los problemas de sus luchas, que podamos hablar otros lenguajes que les sean cercanos; es más, necesitamos crear lenguajes que nos sean comunes [porque no, no están inventados: entre el lenguaje de las y los defensores de ‘primera linea’ y las y los defensores de los territorios de internet hay aún muchos abismos que cruzar].

Si ya no queremos respuestas del tipo ‘yo no sé nada de tecnología’ entendemos que la mejor manera de acercar ‘soluciones tecnológicas’ es acercanos a escuchar, activamente, a las personas y sus necesidades tecnológicas y no tecnológicas. Acompañar procesos es entender las problemáticas, es estar en las calles, las discusiones, los proyectos de transformación de [al menos alguna de] esas luchas. Si queremos amplificar la conversación necesitamos regresar a los espacios simples de encuentro.

Y también requerimos de soluciones tecnológicas que funcionen para resolver las necesidades comunicativas de las personas y grupos a mediano y largo plazo. Pensar en los proyectos tecnológicos políticos comparándolos con los servicios comerciales no es una buena aproximación. Está claro que los cambios de perspectivas tienen que venir desde todos los sentidos, pero para poder acercar a defensores comunitarios [de derechos humanos, ambientales, sexuales y reproductivos, etc] a estas tecnologías, éstas tienen que poder responder a sus necesidades [no solo a nuestros ideales tecnopolíticos, ¡y aún así no renunciar a ellos!].

Sí, sabemos que “es muy difícil luchar por un derecho que la gente no quiere defender”, el camino de poner en agenda temas de privacidad, vigilancia, hate speech, libertad de expresión, datos desde una visión política de autonomía y libertades colectivas es largo, apenas inicia y estamos aún aprendiendo las buenas formas para hacerlo. Probemos acompañar las agendas y necesidades de otras y otros, sin dejar de tener nuestras propias agendas. Probemos la perspectiva de autodefensa y soberanía tecnológica desde la construcción colectiva de las respuestas que necesitamos. Las personas que nos llaman buscando soluciones a sus problemas de vigilancia, acoso o intimidación esperan de nosotras y nosotros que podamos acompañarlas [también] con cariño.

Cada una y uno de nosotros tiene una expertiz. Pretender que la nuestra es más relevante que la de las demás personas nos aleja enormente de aquellos a quienes queremos ‘ayudar’ [¿se puede regresar de ahí?]. Así, cada vez más preferimos la perspectiva de la adopción y el acompañamiento en los aprendizajes de esas ‘nuevas’ tecnologías porque las ‘soluciones’ a los problemas tecnológicos no se acaban con las instalación y el uso de un software seguro. Los espacios feministas [los de tecnologías feministas en especial, esos que también tuvieron tanto espacio de resonancia y encuentro durante estos días de conferencia] nos han enseñado mucho sobre esto. Pero el camino es largo…

esta es nuestra manera de hackear el sistema
ctrl-c, ctrl-v “cambiemos el sistema no el clima”;
del, del, del, del “cambiemos el sistema por un internet para la autonomía”.

@sursiendo