Sursiendo hilos sueltos
Aunque la corporación se vista de verde, corporación se queda. ¿Y esto es ‘malo’ por sí mismo? Bueno, pues hoy en día vivimos uno de los momentos más salvajes del capitalismo, uno donde Diez corporaciones multinacionales ganan más que casi todos los países del mundo juntos. Y como ya sabemos, las decisiones las toman quienes ostentan el poder. No es que esto no pueda cambiar, pero lo que es cierto es que no lo hará por sí solo.
Muchas de esas empresas que toman decisiones cotidianas sobre nuestras vidas son empresas ‘tecnológicas’. A algunas nos resuenan por usar sus servicios día a día, nos gustan porque nos ofrecen aplicaciones que resuelven ‘todas nuestras necesidades’ y además son ‘gratuitas’. Entonces, ¿de dónde obtienen su dinero si no nos cobran un centavo? Publicidad, venta de datos de las y los usuarios y de vez en cuando de algunos de los servicios que sí fabrican y mantienen. Así, mientras seguimos golpeando insistentemente las puertas de los representantes de los partidos políticos de turno para exigir que se respeten nuestros derechos, la captura corporativa solo necesita una miradita desde lejos para que esos mismos representantes representen sus intereses y no los nuestros.
Sin embargo acciones altruistas llegan de cuando en cuando de manos de esas mismas corporaciones. ¡¿Cómo?! Bueno, al menos eso les gusta decir de sí mismas. Hay muchos ejemplos, pero el del buscador Ecosia nos pareció un buen botón de muestra de este sistema perverso que vende ‘innovación y desarrollo’ por un lado, mientras por otro oculta [cada vez de una manera más grosera] las salpicaduras de sus desperdicios.
El motor de búsqueda en cuestión dice ser ecológico porque ayuda a “plantar árboles mientras buscas por internet”. Su ecologismo se basa en donar el 80% del dinero que obtiene ¡en publicidad! para la plantación de árboles. Revisemos esta afirmación. En principio si su dinero lo obtiene de la publicidad es porque lucra con nuestros datos o sea mercantiliza nuestra información o sea, nos mercantiliza [al tiempo que viola nuestro derecho a la privacidad]. El concepto de mercantilización de la naturaleza [y de la humanidad como parte de ella] no es algo con lo que estemos de acuerdo al hablar de ecología. Por otro lado dicen “plantar árboles”. Y resulta que por principio sabemos que las plantaciones no son bosques y los proyectos de mitigación que propone el capitalismo verde son falsas soluciones al cambio climático, o sea más bien un lavado de cara verde a una economía de mercado que paga ‘aquí’ por el permiso a contaminar ‘allí’.
Pero si este razonamiento aún no es suficiente, veámoslo en clave de otros datos: Ecosia funciona sobre el motor de búsqueda Bing que a su vez pertenece a Microsoft. Microsoft es, además de una corporación de software privativo que hizo su dinero privatizando software libre, una corporación que diversifica sus inversiones en… ¡monocultivos! ¡transgénicos! ¡y más captura corporativa! Ya en 2010 podíamos leer que la Fundación de Bill Gates promueve monocultivo de soya en África, unos años después ya pudimos presenciar cómo Bill Gates y Monsanto destruyen la agricultura en ese continente.
Ahora el ‘filántropo’, propietario de acciones en Monsanto, está además ‘muy preocupado’ por la salud de la población africana y aportará millones de dólares para hacer investigaciones en ese continente. Casual es que esto suceda ahora que Monsanto y Bayer se fusionan, tan casual como lo fue cuando allá por 2015 “observamos que el incremento de fondos dedicados a apoyar programas en África, supuestamente para luchar contra la malnutrición, ha sido paralelo a la inversión en empresas del sector agrario como Cargill (la mayor comercializadora mundial de granos) o Monsanto (líder en el negocio de semillas y pesticidas), responsables, por su comportamiento acaparador, de muchas pobrezas en el ámbito rural”, como apunta Gustavo Duch.
Solo un botón de muestra para dar alguito de luz a los entretejidos de la responsabilidad social empresarial, los lavados de caras verdes y las tecnologías ‘sociales’. Tal pareciera que si decidimos usar ese motor ‘ecológico’ para nuestras búsquedas en internet solo estaríamos apoyando a plantar más desigualdad.
Hace falta mucha acción política, mucho poner el cuerpo propio para [re]crear tecnologías ‘verdes’, y mucho software libre para, al menos, empezar a caminar ese camino. Ánimo!