Tejidos hackfeministas
El sábado pasado, día 23 de abril, se lanzó por redes sociales (facebook y twitter) la consigna «¿Cuándo y cómo fue tu primer acoso? Hoy a partir de las 2pmMX usando el hashtag #MiPrimerAcoso. Todas tenemos una historia, ¡levanta la voz!»
Era el día previo a las marchas contra las violencias machistas en decenas de ciudades de México. Miles de mujeres estaban dedicando gran parte de su tiempo a la articulación de dicha movilización, pero aún así le dedicaron unos momentos a escribir su caso. Era importante. Entre el sábado, el domingo y el lunes, se publicaron más de 10,000 testimonios (según algunas fuentes, fue usado el hashtag casi 100,000 veces en los últimas días) de mujeres agredidas sexualmente , la mayoría de ellas desde temprana edad, por desconocidos o familiares, en casa, en la calle, en el transporte, en la escuela… Aterrador. ¿Por qué no considerar esto como terrorismo machista?
Haciendo práctica de la consigna feminista “lo personal es político”, esas miles de mujeres trajeron desde su memoria momentos espantosos, duros, muchas veces continuados, y compartieron ese dolor, esa impotencia, esa digna rabia que ahora les nacía ante tamaña atrocidad, cotidiana, personal, política.
No se trataría de hacer recuento y análisis cuantitativo, sino de considerar el gran valor que tiene algo así en la Sociedad-Red en la que vivimos. Tampoco se trataría de comparar con otros hashtags o llamadas a la publicación colectiva, aunque lo que nos ha dado #MiPrimerAcoso tiene una profundidad, una potencia antipatriarcal sin muchos precedentes en Internet. Unas amigas feministas, tanto de Ciudad de México como de Chiapas, nos comentaban que “fue algo catártico”, “sentirse acompañadas”, “liberarse y liberar”, “juntarse para acabar con esto de una vez”… emocionadas, arropadas, fortalecidas.
En sociedades donde cada vez está más presente Internet, el uso político emancipador o contrahegemónico de esta herramienta, está produciendo cambios que valoraremos en su justa medida al cabo de un tiempo. La participación, la confluencia y el compartir, apelando a la responsabilidad social, que permite la Red hasta ahora, está haciendo que se rompan los diques de lo-políticamente-correcto que imponen los medios de comunicación comerciales y las demás instituciones tradicionales. Es más, no sólo se trata de comunicación, si no de comunidad. Se trata de estar juntas en el dolor y en la lucha, tener en común la agresión, el acoso, la violencia en la niñez, la adolescencia, la juventud, por parte de un hombre que se aprovechó de serlo, y que queda marcada a fuego. Tener en común las ganas de que esto se acabe, de que no le vuelva a pasar nunca más a ninguna mujer.
#MiPrimerAcoso se convirtió en una comunidad de mujeres, que ofrecieron su relato personal, que muchas veces no habían contado a casi nadie, que ofrecieron su escucha a otras mujeres, que posibilitaron que otras mujeres no callaran este vez. Quizás sea una comunidad efímera, pero las lágrimas y digna rabia que se congregaron alrededor de ese hashtag son empujes importantes hacia la construcción de sociedades más justas y más sanas.
En Sursiendo somos un colectivo feminista y ciberactivo, y nos preguntamos emocionadxs: ¿Y si 200,000 feministas mexicanas decidieran abandonar una red social privativa e insegura como la azulita y se movieran a otras más autónomas, libres y seguras? ¿Nos imaginamos debatir, publicar, compartir, articularse sin que haya machitrolls que nos hagan perder el tiempo y las energías? ¿Nos imaginamos haciendo cibercomunidades más permanentes?
Se vale soñar, porque está al alcance. #VivasNosQueremos
PD: en el blog nonoscallamos.tumblr.com se están recopilando muchos de estos testimonios.