Sursiendo hilos sueltos
A hora y media de San Cristóbal de Las Casas, entre las montañas, se encuentra Oventic, el Caracol II zapatista (Caracol Resistencia y Rebeldía por la Humanidad), que acogió el fin de semana pasado el Homenaje a Luis Villoro y al maestro Galeano, y la apertura del Seminario (o semillero) “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, convocado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Este sentido homenaje del sábado al filósofo don Luis y al maestro Galeano, asesinado el 2 de mayo del año pasado en La Realidad por integrantes de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos-Histórica (Cioac-H) significó un gran abrazo colectivo, un reencontrarse para intercambiar afectos y también reflexiones, estos momentos difíciles para quienes siguen empeñados en resistir el sistema de muerte que des-gobierna el país y el mundo.
Villoro y Galeano, dos personas que han hecho aportes importantes al zapatismo, uno desde la tribuna de intelectual comprometido con reconocimiento nacional e internacional, y el otro desde la base, desde la milicia, desde la educación, desde la resistencia y autonomía cotidianas. Pero también intercambiando papeles: el maestro indígena Galeano viajó por diversas ciudades para dar la palabra zapatista y escuchar, mientras que don Luis, como revelaron en el homenaje, también recorrió caminos enlodados de la selva frecuentemente.
El recibimiento fue de muchas flores en la puerta de entrada, y dos hileras de zapatistas flanqueando el paso hacia abajo-dentro del Caracol, a modo de saludo silencioso pero acogedor. Con un silencio de las montañas, el silencio zapatista. Al fondo, la característica niebla de Oventic. Cuando comienzan las actividades, el templete está ocupado por las familias de los homenajeados, las autoridades zapatistas y personas invitadas; mientras, más de cuatro mil personas, entre visitantes y zapatistas, dispuestas a escuchar las distintas palabras y modos.
Este tipo de encuentros que suele convocar el ezetaeleene una o dos veces al año atrae a cientos de simpatizantes, bases de apoyo, milicianos y milicianas, para convertirse en esa puesta en común colectiva, de encontrarse y dialogar, pero que también sirve para reflexionar y expresar a los cuatro vientos cómo miran lo que pasa en el mundo y qué es lo que hacen el zapatismo y otros movimientos de base. El trabajo cotidiano de construcción de autonomía, que es el más importante, no aparece bajo los flashes de las cámaras y los escritos periodísticos, pero ahí sigue resistiendo. Ahí es donde tenía un papel importante el maestro Galeano, y es el que supo ver y explicar después el filósofo don Luis.
Veintiún años después de la irrupción pública del EZLN, el movimiento sigue apelando al compromiso, la responsabilidad, la coherencia y la organización de los y las de abajo para esa tarea de construir otros mundos distintos. Siempre recuperando la memoria para mirar el futuro, que se hace presente con la juventud de los y las zapatistas que participan, que también portan cámaras, grabadoras y teléfonos celulares para hacer la tarea de comunicar en sus regiones y comunidades, para seguir formándose y seguir la lucha.
Juan Villoro, hijo de uno de los homenajeados, concretó: “Gracias al movimiento zapatista, mi padre encontró en la vida real aquello que le parecía en principio solamente una teoría”.
Esa puesta en común que es la comunicación, que continuará toda la semana en el Centro Indígena de Capacitación Integral (CIDECI) de San Cristóbal con la presencia de decenas de invitados e invitadas que pondrán sobre la mesa su saludo y sus palabras, que al igual que los y las zapatistas creen en la importancia de una forma diferente de hacer política, más allá de lo mediático, lo institucional o lo electoral que se empeñan desde arriba; con la autonomía como horizonte estratégico y como práctica cotidiana, acuerpada por la firmeza de valores y principios.
El subcomandante Galeano (antes Marcos) manifestó que como zapatistas han aprendido que nada de lo que merecemos y necesitamos se logra con facilidad ni rápido porque la esperanza para el de arriba es una mercancía, pero para el de abajo es una lucha por una certeza.
Y como ya dijimos en otro texto en SurSiendo, el zapatismo es el software libre guerrillero y ejemplo de procomunalidad en proceso. Aunque como aclaró el sábado el subcomandante insurgente Moisés, vocero y jefe militar desde hace un año: “ser zapatista no es ponerse un pasamontañas. Ser zapatista es organizarse para destruir el sistema capitalista, porque el sistema capitalista nunca se va a poder humanizar”.
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