Sursiendo hilos sueltos
Mogollón de gente vive tristemente
y van a morir democráticamente
y yo no quiero callarme
Ellos dicen mierda, La Polla Records
La semana pasada tuvimos muy presente la libertad de expresión: el caso del despido de Carmen Aristegui de MVS, por su adhesión a Mexicoleaks (como excusa) ha puesto de actualidad el tema de la comunicación, la censura, el derecho a la información, los periodistas, los medios, etc. “Puede haber allí un mecanismo de censura indirecta (…) podríamos hablar de un atentado contra la libertad de expresión”, dijo el relator especial para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza, estos días en el foro Mirada Global sobre la Libertad de Expresión, que se celebró en Ciudad de México.
También Leonardo Toledo llega a esa conclusión en su explicación del caso, repasando además la importante respuesta ciudadana a través de las redes digitales. La información incómoda es censurada, mientras que cientos de miles de personas que creen que es necesaria para que tengamos sociedades más justas se movilizan para que se sepa que esto pasará factura a quien cometió tal atropello, la empresa de los Vargas, presionada por el gobierno de Peña Nieto.
Y como dice Toledo, somos audiencia, por ello debemos implicarnos más en salvaguarda y ejercer la libertad de expresión.
Precisamente Mexicoleaks es una plataforma convocada por varias iniciativas ciudadanas de comunicación que busca dar seguridad a quien tenga información relevante y transmitirla a algún medio. Es una forma de proteger fuentes que tienen datos que debe saber la ciudadanía, y así el trabajo periodístico pueda desarrollarse mostrando hechos claros sobre corrupción, impunidad y demás crímenes que cometen los poderes fácticos. Sacar a la luz los trapos sucios, mostrar qué están haciendo realmente los gobernantes y sus compinches.
Además, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, también por esos días, se inauguró la muestra de World Press Photo de los trabajos más destacados del fotoperiodismo en 2014, con imágenes impactantes de situaciones prácticamente desconocidas, que tienen la intención de hacernos reflexionar sobre el mundo en el que vivimos, y que de alguna forma reaccionemos.
Esa exposición organizada por la Red por la Libertad de Expresión ha servido como eje para celebrar también mesas, debates y otras exposiciones paralelas que tienen como tema articulador a la libertad de expresión.
La respuesta parece evidente. Y ahora más que nunca. Siempre los poderes fácticos han temido esta libertad, y la han atacado de todas las formas posibles: leyes, presiones, multas, censura, acoso, represión y atentados. Desde la Santa Inquisición, con su lista de libros prohibidos (y quemados), hasta fanáticos religiosos que ametrallan a ilustradores, pasando por amenazas constantes del crimen organizado a la prensa en gran parte de México (y varias muertes al año) o el uso de bots por parte de instituciones públicas y partidos políticos para silenciar tendencias de opinión en las redes sociales. Y además de muchas otras formas y casos que vamos conociendo cotidianamente.
La maquinaria sistémica necesita de esta imposición de silencio para que no se obstaculice ese despojo constante que tiene en marcha. Despojo de lo tangible y lo intangible.
En el corazón de Europa hace unos meses, en París el 8 de enero pasado tras el atentado al semanario Charlie Hebdo en el que murieron 12 personas, los dirigentes políticos encabezaron una manifestación ciudadana de repulsa, mientras en sus países preparan o aprueban leyes que limitan dicha libertad de expresión y criminalizan las voces disidentes, como la ley mordaza en España, o presionan a los medios de comunicación para que no se emitan críticas.
Esos también son atentados a la libertad de expresión, aunque de distinta dimensión: violencia terrorista y violencias estructurales.
Nunca está de más recordar que en la Declaración Universal de Derechos Humanos el artículo 19 dice:
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Pero claro, ¿dónde quedaron los derechos humanos para esos poderes fácticos? ¿Todo individuo? ¿Por cualquier medio?
En nuestros análisis (y de mucha otra gente) vemos que se producen actualmente dos situaciones, que están interconectadas:
-Se está produciendo otra arremetida del capital contra los bienes comunes, están despojando aún más los ámbitos básicos de la vida, que incluyen la cultura, el conocimiento y la información.
-Mucha mayor posibilidad de acceder y de transmitir información crítica, reflexiones y comunicación no hegemónica, a través de las nuevas tecnologías y redes digitales. Y por ello se produce mayor criminalización de la protesta (y de la pobreza) y fuerte represión a informadores de todo tipo, con leyes que vulneran derechos humanos básicos y con estrategias jurídico-policiales de censura y silenciamiento.
En el reciente Congreso de Periodismo Digital de Huesca concluyeron entre otras cosas: «En la misma tierra que los grandes medios han removido al cavar su propia fosa, están brotando proyectos con una sola premisa: informar por todos los medios posibles, y más que nunca, eso es tanto como decir informar por Internet«.
Ahí está una de las claves en estos tiempos, la de habitar Internet, apropiarnos de las redes, antes de que sea demasiado tarde y sólo nos quede la queja ante el poderío de las corporaciones para comunicar.
La industria monopólica actual, que se basa en el verticalismo de “yo digo, tú escuchas”, está formando parte de ese expolio de los bienes comunes, está presionando terriblemente, quizás porque sus días están contados.
Las grandes trasnacionales son también las que más invierten en los medios, por lo que de ellas no se puede hablar mal. Pero hay crisis del periodismo tradicional, se venden menos periódicos, cierran medios, se despiden periodistas. Nacen otros muchos medios en Internet, con espíritu transmedia en muchos casos, y con menos dependencia de esos poderes fácticos, por lo que obtienen mayor autonomía y credibilidad. Y cada vez más audiencia.
Quizás no mañana, pero sí en un tiempo cercano la comunicación será muy otra. Ese declive de los grandes conglomerados mediáticos está siendo propiciado así por la pérdida de credibilidad, por otras formas de ver la realidad y la vida que se difunden cada vez más, por muchas pequeñas voces alternativas que están entrelazándose y presionando. Quizás la palabra clave sea: participación.
Y sí: hay que buscar cómo hacerle, probar e innovar, nadie dijo que sea fácil, pero no hay que desechar tan rápidamente el uso de Internet, porque “¿de qué van a vivir los periodistas?” o porque los medios tradicionales tienen más audiencia.
Por ejemplo, en un análisis de El Economista vemos que el portal digital aristeguinoticias recibió en enero 110.000 visitantes diarios (1,505,000 visitantes únicos mensual) y en febrero 110000 cada día (con 1,714,000 visitantes únicos en el mes), mientras que la web de la revista Proceso y la de MVS Noticias, una tercera y una décima parte, respectivamente. Quizás se podría aprovechar esa presencia en las redes para lanzarse a probar otras formas de financiamiento y otras formas de llegar a mucha gente.
Incluso con estas nuevas herramientas, con mayores conocimientos y capacidades en la ciudadanía, se pone en cuestión la figura del/la periodista, esa figura mítica que descubre secretos o que mueve masas. No es que no se necesiten personas que investiguen, que dediquen tiempo y esfuerzo por sacar a la luz informaciones o imágenes importantes para la sociedades, pero con la participación y el apoyo de las audiencias, con el conocimiento colectivo enlazado, se puede hacer comunicación solvente y de calidad.
En las redes hay muchos ejemplos, pero queremos destacar algunos que conocemos bastante de cerca, y que hemos seguido desde el principio: la web informativa chiapasparalelo, el portal kaosenlared, periódico Diagonal, el programa de radio Carne Cruda, eldiario.es, Marcha, Lavaca o Píkara Magazine… todos ellos con amplia difusión de información poco complaciente con los poderes, y que están logrando (cada uno con su estilo y alcance) que nos llegue lo que no se ve en los grandes medios. Y que a la vez dan cabida a la participación, el diálogo, el apoyo mutuo…. horizontalidad frente a verticalismo y autoritarismo. Y eso lo ofrece Internet, por ahora.
PD: y por cierto, hoy 24 de marzo se cumplen 39 años del último golpe de estado en Argentina donde, claramente, no se podía ejercer ninguna libertad de expresión. ¡#NuncaMás!