Sursiendo hilos sueltos
Ya hemos tratado en este blog el tema del hacker o la hacker, por ejemplo cuando hicimos repaso a la historia que lo rodea o cuando recordamos la figura de Aaron Swartz (en la foto) y sus grandes aportes. Pero volvemos a ello brevemente por algunas situaciones que hemos percibido en las últimas semanas.
El hacking o hackeo lo definimos como aquella actividad que busca aprender o conseguir información para abrirla a la sociedad, la comparte, la hace bien común. Puede ser desde el acto de destripar un juguete para saber cómo funciona hasta buscar la forma de crear herramientas de seguridad digital. Recordemos que la palabra viene de hack, que significa hachazo o hacer un tajo, y aunque se usa relacionada con la telemática y los sistemas de comunicación, un hacker puede ser cualquier persona que le dedica tiempo a resolver problemas creativamente, con pasión, en el mundo de la informática, de la carpintería, de la cocina, de la abogacía o de cualquier otro ámbito.
La especialista en temas hackers Mercè Molist lo relaciona indisolublemente con el conocimiento, y haciendo referencia a publicaciones sobre informática, nos presenta al hacker cuya “máxima pretensión (en su estado puro) es conseguir toda la información posible para divulgarla entre los demás usuarios”.
También nuestro amigo Jacobo Nájera se refiere al hacker como
un actor social que a través de su imaginación en comunidad desarrolla, por ejemplo, programas informáticos capaces de estudiarse, usarse, modificarse y distribuirse para construir entornos digitales como espacios sociales basados en la libertad. Un hacker hace política, se expresa a través de su código, y trabaja en cooperación con muchas otras luchas por la conquista del espacio público global.
Recordemos además qué significa la ética hacker, explicada por Pekka Himanen, que viene a ser “una nueva moral que desafía la ética protestante del trabajo”, frente al sacrificio, el lucro, la individualidad y la disciplina “la ética del trabajo para el hacker se funda en el valor de la creatividad, y consiste en combinar la pasión con la libertad. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el valor social y el libre acceso, la transparencia y la franqueza”.
La Academia de la Lengua apaga las luces
Por ello nos molesta que la nueva entrada del diccionario de la RAE para hacker lo defina como “pirata informático”, que indica el desprecio que tienen esos señores de la cultura hacia los nuevos procesos sociales, que están relacionadas con las nuevas tecnologías.
Como recuerda Chema Alonso en su artículo sobre este tema, que esa red social que tanto usa la institución académica española llamada Twitter fue creada por hackers, por ejemplo. Porque pirata es una palabra que connota algo de mala vida, delincuencia, ocultación, tesoros y mares remotos, y no se ajusta a la realidad. Quizás no les guste y quieran manipularla.
Incluso Richard Stallman, uno de los grandes impulsores del software libre, se ha pronunciado respecto a esta definición, pidiendo que se cambie.
El hacker cívico aparece
Por otro lado, también hemos visto en México que en las redes sociales se ha comenzado a utilizar el término “hacker cívico”. Algunas organizaciones y colectivos que trabajan sobre datos abiertos están participando junto a instituciones de gobierno (como secretarías, ayuntamientos, Estados) en actividades de intercambio de datos, festivales o encuentros destacando que son hackers cívicos. Actividades muchas veces patrocinadas por Google u otras corporaciones y fundaciones de pésima reputación.
Esa distinción es polémica, conscientemente polémica, al tratarse de temas pantanosos (más aún con el aporte de la RAE) donde la estigmatización social y la criminalización aparecen rápidamente.
Según alguna definición, encontramos que “el hacking cívico poco tiene que ver con intromisiones de seguridad o con ataques; es más una filosofía nacida de movimientos como los datos abiertos, el gobierno abierto, el software libre y el law hacking”. Pero entonces ¿por qué ese adjetivo de cívico? ¿Por qué separar?
Quizás estemos en error, pero el adjetivo cívico busca la neutralidad, la buena onda, incluso un toque de obediente, frente al concepto de pirata informático o terrorista que los poderes fácticos intentan implantar socialmente para hacker.
Hay un debate abierto, también agudizado en lo que se llama la era post-Snowden donde la privacidad, el control, la seguridad y la autodefensa digital son asuntos de importancia social. Un debate que tiene muchas aristas, que debe ser bien analizado, pero que pensamos que también se debe llevar al terreno político. En las sociedades capitalistas en las que vivimos, y especialmente en México, ser sólo cívico y no ejercer una crítica radical hace poco por cambiar el estado de las cosas. Y recordemos que desde el Estado se tortura, se violan derechos básicos cada día, se desaparece y se asesina, todo envuelto en corrupción e impunidad.
En muchos hackathones cívicos y demás actividades que se han estado llevando a cabo para trabajar con datos proporcionados por las administraciones se han conseguido resultados interesantes, con importantes beneficios sociales, eso no lo dudamos. También hay que tener cuidado con que a veces se da una idea de programador o informático como persona de élite de la que depende la sociedad, una figura con unos conocimientos que la demás gente no puede tener y que casi haciendo magia consigue obtener información, mientras que el mensaje pudiera ser que cualquiera podría conseguirla, cada quien aportando sus habilidades. Sobre todo si es información pública, pero que la tarea del hacking sustituye el trabajo que corresponde a las instituciones, y que no hacen.
Desde la óptica de la defensa y creación de bienes comunes (o commons) estar acompañando procesos con actores que buscan privatizar y desposeer, desde tierras, territorios, semillas, materiales del subsuelo, agua y energía, hasta las mismas comunicaciones e Internet, es peligroso y necesita una revisión concienzuda de qué se está haciendo, qué datos o cuáles no, con quiénes, para qué fines, etc. para no estar durmiendo con el enemigo.
Esto ha pretendido ser un aporte a ese debate pendiente, para ir afinando líneas de teorización y práctica. Hackeemos y seamos críticos.