Sursiendo hilos sueltos
En tiempos de remezclas y sociedad-red nos hemos dado a la tarea de juntar a dos autores a través de sus textos. Un pequeño homenaje a dos personas que seguimos y admiramos. En este diálogo ficticio (pero probable), el mexicano Gustavo Esteva y el catalán Gustavo Duch nos hablan sobre el sistema capitalista, comunitarismos, decrecimiento, buen vivir, bienes comunes, movimientos sociales, otros mundos posibles y más.
Duch: La jornada se inicia con el sobresalto de una alarma. No se mira el cielo sino la agenda y la televisión. Las gallinas ponen huevos sin cesar y los niños y niñas se acuestan de madrugada al agotarse la batería del ordenador. El petróleo cría los vegetales bajo plásticos que les previene de la inSolación. Sus producciones dan de comer primero a los coches y aviones; después a las personas. No hay animales Soleándose en el campo, sólo friéndose en naves industriales.
Esteva: Me gustaría hablar de la comida, por ejemplo. Tiene razón Galeano. En estos tiempos de miedo global, quien no tiene miedo al hambre tiene miedo de comer. Tras las cosechas más altas de la historia nos acosa de nuevo el hambre.
Las mismas corporaciones que la causan y destruyen el ambiente llenan de chatarra o veneno los platos de quienes pueden colmarlos… con pleno apoyo gubernamental.
Y quiero escribir del movimiento invisible de millones de personas que resisten esas agresiones y empiezan a transformar el mundo alimentario.
Duch: El capitalismo busca la acumulación incesante de capitales y para ello privatiza
todos los bienes a su alcance. En esta agricultura, las tierras, un bien de todas y todos,
siempre tiene amos, señores y señoritos. Igual pasa con las semillas, convencionales
o transgénicas, que se engendran con un código de barras; e incluso con el agua de riego que se compra, se vende, en definitiva: se acapara.
Esteva: No es una democracia, como se pretende, ni siquiera en la forma limitada de república representativa. Es un dispositivo de dominio al servicio del 1 por ciento (…) Considerar democrático el despotismo actual significa reconocer que esta forma tiránica de gobernar da cabida a una vigencia parcial de la ley y a cierto juego de las fuerzas sociales. Pero hasta eso termina ya. Se debilita la capacidad de procesar políticamente los conflictos. El estado de excepción que se declara paulatinamente en todas partes abarca categorías cada vez más amplias de personas, que quedan legalmente al margen de la ley.
Duch: Con tanta operación salvavidas se hundirá toda Europa, los Estados Unidos y Japón, y sin su capacidad económica el nuevo capitalismo prometido funcionará
con los fondos frescos que llegarán de la China, Rusia o de otras potencias emergentes dispuestas a dirigir la orquesta. Preguntémonos: si el capitalismo que hasta ahora hafuncionado bajo modelos llamados democráticos nos ha llevado a las hambres más numerosas,
a las pobrezas más paupérrimas, a las contaminaciones más antiecológicas
y a las inequidades más salvajes ¿a dónde nos llevará un este nuevo capitalismo con antecedentes autoritaristas? Más de lo mismo pero peor.
Esteva: En la tradición formulada por Hegel, la sociedad económica de los individuos socializados como propietarios privados impone su racionalidad mercantil sobre la racionalidad comunitaria de la sociedad natural. Y con ella se establece también la premisa política que Hegel formuló en 1820: esos individuos no pueden gobernarse a sí mismos; alguien tiene que gobernarlos. Esta premisa ha gobernado la teoría y la práctica política de los últimos 200 años. Se discute cómo determinar quién ha de gobernar a la gente y cómo debe hacerlo, en forma democrática o autoritaria, mediante elecciones o por medio de un golpe de mano o una revolución, pero se comparte el principio asumido acríticamente que hoy forma prejuicio general: la gente no puede gobernarse a sí misma.
Duch: Después del cénit, con menos petróleo y más caro, podríamos optar por reducir
nuestros viajes low cost, pero seguro que querremos seguir alimentándonos. Para ello, o bien aguardamos paciente e inconscientemente un milagro tecnológico, o exigimos que se adopten ya medidas de reconversión de nuestra alimentación en torno a la autosuficiencia de las fincas agroganaderas (modernizadas con tecnologías apoyadas en saberes y experiencias tradicionales y agroecológicos) fuertemente relacionadas con las comunidades más cercanas para favorecer el consumo de proximidad.
Esteva: Necesitamos iniciativas creativas, pacíficas y organizadas, que debemos discutir abiertamente, con serenidad y buen juicio.
Duch: Bienvenidos pues los movimientos que, como el 15M, la Marcha Mundial de Mujeres o La Vía Campesina, se aglutinan bajo el paraguas de un cuestionamiento global, valiente y radical del modelo capitalista y de los sistemas de valores
que lo consienten. Con la recuperación de los valores humanos por encima de los intereses económicos, nacen sus propuestas como el decrecimiento, la democracia real, el buen vivir o la soberanía alimentaria. Son ellas, por el momento, las estrategias que deberíamos conseguir se expandan antes de que esta -quizás exagerada- teoría del caos cumpla los peores pronósticos.
Esteva: No será fácil consolidar autonomía y enfrentar creativamente la deserción del Estado de las funciones que le corresponden. Habrá que remover muchos obstáculos del camino. Y luchar. Luchar continuamente contra los atropellos continuos del régimen dominante, creando en el camino, a medida que se pueda, los mecanismos organizativos que sean expresión del nuevo orden social que se irá creando.
Duch: Nos decían que eran las generaciones del yo, yo y sólo yo. Que las pantallas táctiles, los facebook y los tuiters los deshumaniza. Pero resulta que les conecta -a la velocidad del mundo de hoy- uno, con otro, con otro, hasta el infinito.
Esteva: Algunos quisieran tener un plan general, el trazo de la nueva sociedad. Pero la mayoría sabe que el cambio profundo y su resultado serán creación de todas y todos y resultado de múltiples factores imprevisibles. No necesitan un plan acabado para ponerse en marcha.
Duch: Se organizan en espontáneas asambleas donde todas y todos pueden hablar,
opinar y proponer. Se entienden sin chillar y sin faltar al respeto.
Parlamentos populares donde reina el orden sin guardaespaldas. Se ceden
la palabra amablemente y con gestos sordos aplauden o desaprueban.
Esteva: Aumenta el número de quienes consideran que lo más importante es ver de nuevo hacia abajo y ahí organizarse con quienes se pueda –amigos, vecinos, compañeros– para preparar con ellos lo que sigue.
Duch: A mi entender en estos momentos en dos continentes diferentes
se están desplegando dos teorías, dos nuevos diseños de sociedad,
ciertamente muy similares. Me refiero al “decrecimiento” que surge
inicialmente desde propuestas europeas y al “buen vivir”
originario de comunidades indígenas en los países andinos.
Ambas se encuentran en una fase de desarrollo adolescente y
adoptan características propias de esa edad. Por un lado el rechazo
a un orden establecido, una negación, un liberarse de las antiguas ideas
para poder concebir de nuevas: ambas teorías propugnan abandonar y
arrinconar el modelo de crecimiento económico continuo que se demuestra imposible,
insostenible y en el origen de las injusticias. Y por otro lado en ese
hacerse mayores –como explica el filósofo Maurice Bellet-
se abandonan los deseos impulsivos del “todo lo que deseamos,
lo tendremos” para dejar de lado la trampa capitalista
que nos mantiene prisioneros.
Esteva: En ese proceso, los movimientos sociales se afirman cada vez más en la política de un NO y muchos SÍes. Esta política encuentra un factor de unificación y articulación en un rechazo común a una acción u omisión, a una política, a un funcionario o a un régimen, pero admite al mismo tiempo la pluralidad de motivos, afirmaciones, proyectos, ideales e ideologías que define la condición real del mundo y la intencionalidad de una nueva era: la de un mundo en que quepan muchos mundos, como dicen los zapatistas.
Duch: Hablando de “decrecimiento” paradójicamente, como pueden observar,
estamos hablando de un crecimiento como individuos y como sociedad.
En la medida que seamos capaces de sustituir los valores dominantes
del cada vez más, cada vez más rápido, etc. tendremos tiempo y espacio
para rescatar valores humanistas de igualdad, armonía con la naturaleza
o simplicidad, que forjarán un “buen vivir” colectivo.
Esteva: En ese proceso seguimos: en la activa creación de ese espacio político,
cada vez más amplio y consolidado en la base social, mientras arriba sigue la bulla vacía… que opera como cortina de humo para disimular la agresión constante a los empeños populares, particularmente aquellos que se manifiestan como ejercicios autonómicos.
Duch: Pero entre todas las propuestas destacó la de una chica …
tomó unas cuantas semillas de un cultivo cercano, y lanzó el reto:
«conducirán el país quienes sembrando las simientes en estos hoyos
consigan las mejores cosechas». Y con la aprobación de todo el pueblo
se inició la competición: los participantes tomaban semillas
de un pocillo y las depositan escalonadamente en los otros,
y de tanto en tanto recogían algunas de ellas.
Esteva: Si la gente tiene los cuerpos políticos adecuados puede gobernarse a sí misma.
No necesita dar el “poder” a una persona o una elite, para que gobierne a todos.
Las relaciones sociales se construyen de otro modo. El “poder” no es relación de
dominación sino expresión de solidaridad y comunalidad. Es la relación que se concierta entre hombres y mujeres dignos al buscar el bien común –que eso, no la búsqueda del “poder” allá arriba, es lo que define su actividad política.
Duch: No ganaron ni las personas más fuertes, ni las más valientes,
ni tan siquiera las más astutas. Las mejores cosechas las obtuvieron
campesinas y campesinos solidarios en su pensar y respetuosos en su hacer.
Porque saben que para alcanzar una buena cosecha no es bueno eliminar
a tu adversario. Si así lo hicieras se arruinaría la tierra donde él o ella
–y donde tú- puedes cosechar. Tampoco conviene dejar a tu contrincante
sin semillas que sembrar pues de su cosecha depende
que puedas intercambiar semillas, y pasar hambre o no.
Esteva: Puesto que el sistema democrático no es ya capaz de responder a la emergencia y conducir la transformación; puesto que los asuntos que nos agobian no pueden ya esperar; puesto que se ha desvanecido la ilusión de que los aparatos del Estado pueden ponerseal servic io de la emancipación, es hora de la acción directa organizada, la acción de hombres y mujeres ordinarios que se afirman en su dignidad para crear la nueva sociedad en el vientre de la que muere.
Duch: (Los topos) Viven en el submundo y en el subsuelo, enterrados, casi que
marginados de los placeres más gustosos del mundo exterior: un buen baño de Sol,
una brisa refrescante, el color de un amanecer… Pero los topos
–como explica Raúl Zibechi en su magnífico artículo en La Jornada-
excavan sus galerías desde hace mucho tiempo, entre toda la familia topuna,
hasta que un día deciden dar un salto colectivo y salir a la superficie.
Esteva: Se trata de una articulación móvil e inestable, que logra “combinar la estabilidad de la estructura con la fluidez del cambio”, como señala Zibechi. Se trata también, claramente de una articulación horizontal de poderes no separados de sus comunidades, que no son, por tanto, poderes estatales.
Duch: Discursos emponzoñados les critican la falta de organización, sólo porque
están inventando formas nuevas de organizarse que no alcanzan a imaginar.
Dicen que les falta un líder, un representante, porque a eso están acostumbrados,
a tratar y combatir entre líderes que sólo representan el poder y el capital.
Saben que lo colectivo es peligroso, porque nadie impone, ni nadie manda.
Voces envenenadas dicen y repiten que todo esto no avanza, que va muy despacio,
ignorantes que así se llega más lejos…
Esteva: La muy otra política que están adoptando los movimientos sociales adopta
un horizonte que va más allá del estado-nación, pero puede recuperar formas de
articulación en las que acaso quepan términos como el de estado y nación,
para describir las cuales, sin embargo, no hemos acuñado todavía las palabras adecuadas.
Duch: Agotada toda la farmacopea se guarda el último cartucho, -es una plaga
para hacerse con el control del Estado, son aspirantes del poder- se les acusa.
Y el toperio ríe. Esas especulaciones son cosquillas, porque su propósito
no va por ahí. Para nada, su ambición es mucho mayor… quieren transformar el mundo. Y el primer paso ya está dado: sus túneles, grutas y cavernas secretas
hacen que el mundo de los de arriba se tambalee.
Esteva: Se han lanzado abiertamente a un proceso de regeneración en que buscan a otros con ellos, igualmente dañados, igualmente esperanzados, para armar entre todos lo que ha dejado de ser utopía, porque ya tiene lugar en el mundo, pero aún no consigue un nombre.
Duch: Es pura geometría: para cambiar estos tiempos, se trata de construir nuevos espacios. Son matemáticas exactas: en la medida que tengamos más granjas agroecológicas, mercados campesinos, cooperativas de consumo, compra directa, huertos urbanos, etc. más grietas abriremos en el muro donde nos mantienen secuestrados.
Esteva: La aspiración popular no puede contenerse en la democracia formal, aunque pase por ella: las mayorías tienen su propia concepción de lo que significa una democracia … El proyecto aún dominante trata de incorporarla al estilo que prevalece en el mundo al final del siglo XX, para que se enfrente sin rezagos políticos a la exacerbación de sus contradicciones en la era de la «globalización». El otro, que ve en ésta una perspectiva de marginalización para las mayorías, intenta realizar la primera revolución del siglo XXI: una revolución democrática radical, basada en los ámbitos de comunidad.
Duch: El sistema se derrumbará completamente arrastrando con él la sanidad
y la educación pública y nos indignaremos con motivo. La vida en las ciudades
será complicada. Fábricas desahuciadas, centros comerciales abandonados y los índices del paro subirán y subirán. Sin nada que hacer, se empequeñecerán las ciudades al marchar parte de sus gentes a los pueblos de antes. Con menos urbanidad
y más ruralidad se harán economías productivas sencillas y sostenibles,
se prestarán servicios comunitarios con las mejores vocaciones ejerciendo,
y la comunidad dará respuestas, calor y alegrías.
Esteva: Es hora de actos revolucionarios, tiempo de acometer transgresiones
que establezcan irrevocable y significativamente nuevas posibilidades.
Duch: El fin de un capitalismo insoportable nos da miedo porque no sabemos
(aún) que sin él inventaremos comunitarismos que nos harán vivir mejor.
Esteva: Resistir hoy significa ante todo que no estamos ya gobernados
por los de arriba y que abajo, organizados, empezamos ya la creación
de una nueva forma de vida y de gobierno. Nada más, pero nada menos.
Duch: Declaramos en huelga general y permanente al hambre y al dolor;
al mal amor y al mal humor. Mantendremos en paro indefinido a las guerras.
A sus hacedores les suspenderemos de todos sus cargos, por los siglos
de los siglos, así sea. Y, huelga decir, que declaramos indefinidamente
interrumpida la búsqueda y acumulación de la riqueza materialista
responsable de todas las pobrezas. Entre camaradas, con almas cómplices,
juramos ocupar todos los segundos, minutos y horas que hoy desocupamos,
en la construcción colectiva de un estado de felicidad permanente.