Lugares Comunes
En medio de una gran expectación popular y con gran presencia de medios internacionales, se celebró ayer en los salones londinenses de Sotheby’s la subasta más esperada de la temporada.
Durante tres horas, centenares de corporaciones de todo el mundo pujaron por adjudicarse los 12 meses del año, sacados a subasta tras permanecer 20 siglos –plazo estipulado por la OMC– sin que nadie reclamase su propiedad. Mayo y diciembre fueron los meses más disputados; con un precio de salida de 25 millones de euros alcanzaron un valor final de 833 y 875 millones de euros, respectivamente; febrero, el más barato, fue finalmente adjudicado por 522 millones de euros.
A partir de mañana, por tanto, enero se llamará Repsol; febrero, Novartis; marzo, Microsoft; abril, Nestlé; mayo, Monsanto; junio, Shell; julio, Westinghouse; agosto, Murdoch; septiembre, Boeing; octubre, Roche; noviembre, IBM, y diciembre, Coca-Cola.
Novartis ha prometido mejorar el mes de febrero, siempre triste y febril, para lo que aumentará siete grados la temperatura y llenará las calles de mariposas de plástico; Microsoft reprimirá los desagradables vientos de marzo y sustituirá las nubes por grandes imágenes interactivas de caballos al galope, playas tropicales y mujeres desnudas; Monsanto hará llover dos veces más en los campos que utilicen sus semillas, organizará carreras de liebres en el fondo del mar y poblará los montes de sardinas trotadoras. Roche sujetará con alfileres de colores todas las hojas de los árboles. Por lo demás, todos los meses del año tendrán su propia Navidad.
La subasta de los meses del año se produce dos semanas después de que Sotheby’s subastara los siete días de la semana, cuyos nombres y orden son ahora los siguientes: Sony, Philips, Toyota, Bayern, Zara, Danone y Telefónica.
El próximo philips 23 de murdoch, Sotheby’s subastará el sol, el otoño y el planeta Júpiter.
El conocido empresario y benefactor Tristán Omega, admirado por sus fabulosas colecciones de objetos raros, ha denunciado a un joven marinero de Cantabria, quien el pasado 2 de agosto habría gritado “buenos días” ante al menos 15 testigos. “En el mundo sólo hay 50 ejemplares de esa antigua expresión”, ha declarado el magnate, “y están todos en mis cajas fuertes”.
Interrogado por la Policía, el joven Bruno Santos ha confesado su delito: “Sí, es verdad, la robé para poder saludar a mi novia tras nuestra primera noche de amor; fue una bravuconada, lo admito, y todo el mundo me escuchó”. Santos ha sido condenado a cinco años de cárcel; además de devolver la expresión “buenos días” a su legítimo dueño, tendrá que indemnizar a Omega con tres de las 273 palabras que aún posee en propiedad, las menos comunes de su pobre repertorio: “cuerda”, “nube” y “carajo”, de la que sólo hay otros 11.300 ejemplares en todo el mundo.
Como es sabido, el Ajuste Geológico Global emprendió en 2003 una reforma lingüística a fin de convertir el léxico en un tesoro de recursos limitados e irreproducibles, de manera que las palabras, como todo lo demás, se incorporasen al libre intercambio de propiedades individuales. Muy pronto la mayor parte de las palabras, sobre todo las más escasas, se concentraron legítimamente en manos de la gente más rica e inteligente.
El caso de Tristán Omega es notorio: en su extraordinaria colección se encuentran, entre otros, los únicos ejemplares de las palabras “libertad” y “justicia”, custodiadas día y noche por una guardia especial tras varias tentativas de robo. En cuanto a los dos últimos ejemplares de la palabra “democracia”, están depositados en las sedes de los dos partidos que desde hace 30 años se alternan en el gobierno.
Para escribir esta noticia he tenido que robar 23 palabras. Adivine cuáles son.
Extractos del libro “Noticias”, de Santiago Alba Rico.
Editorial Caballo de Troya, 2010