La religión de internet: Cópiame

derechos digitales colectivos
12 junio, 2012
sursiendo

Lugares Comunes

Historia de Mar Abad en la gran revista Yorokobu.

“Copiadme, hermanos. Así como yo copio al mismo Jesucristo”. El apóstol Pablo dijo esta frase a los corintios (1 Corintios 11:1) y la Biblia la perpetuó para siempre.

La palabra ‘copiar’ tenía en ese contexto un halo sagrado. Era lo correcto. Era lo esperado.

Pero la historia aguardaba para demonizar esta palabra. En la Edad Media apareció la imprenta y unos siglos después los libros empezaron a llenar bibliotecas. Hacer copias y distribuir una obra era fácil. Era el comienzo de la caída de las barreras culturales tras las que los poderosos siempre se habían blindado. Aunque la cosa no iba a ser fácil.

Algunos intelectuales y religiosos de Europa y EEUU empezaron a reclamar la propiedad intelectual de sus obras. Los parlamentos comenzaron a incluir el copyright en sus legislaciones y el siglo XX llevó el concepto a su máxima expresión en forma de licencias, patentes, derechos de autor… Miles de intermediarios empezaron a vivir y lucrarse de la protección de lo que hacían otros. Y, de paso, echaron el freno a la investigación, la experimentación y la innovación. Si alguien registraba una idea, aunque no hiciera nada con ella, nadie la podía usar.

Pero la historia aguardaba de nuevo. Tenía preparado a finales del XX un invento llamado internet que volvería a situar la palabra ‘copiar’ en el trono de los buenos. Miles de personas en el mundo empezaron a pensar que copiar es una forma de compartir, de extender la cultura y de impulsar el progreso de la Humanidad, y así surgieron las licencias de bienes comunes creativos o Creative Commons.

Esto ocurrió en el ámbito legal. Era una de las manifestaciones de una nueva forma de entender la cultura y la propiedad. Y no fue la única. Un estudiante finlandés de 19 años llamado Isak Gerson pensó que esta creencia debía convertirse en una religión. En los primeros años del siglo XXI se acuñó el nombre, Kopimism, y desde finales de 2011 es una religión oficial más en Suecia. El estado sueco la reconoce como organización religiosa. Pero hasta ahí. La petición de este grupo de legalizar los matrimonios que realizan entre sus miembros ha sido denegada por la Agencia sueca de servicios legales, financieros y administrativos.

El nombre de este credo surgió de la unión de las palabras ‘Copy me’ (Cópiame). “Una invitación a copiar”, dicen los estatutos de la Iglesia Misionaria Copimista. “Es una actitud de vida, animada por el deseo de copiar y ser copiado”.

Los copistas dejaron claro desde sus inicios que su organización no tenía ninguna motivación política ni filosófica. Solo entienden sus principios en forma de religión. “Para nosotros, la cuestión de la libertad de copiar no es un asunto político. Es mucho más que eso”, escriben en sus evangelios. “Los liberales y los comunistas están interesados en la producción de bienes materiales, compartir propiedades físicas y establecer regímenes autoritarios y coercitivos que controlan la vida diaria de las personas. Nosotros estamos interesados en multiplicar datos y, mediante su multiplicación, extender la cultura”.

Esa expansión del conocimiento es su misión. No conciben el derecho de propiedad intelectual y rechazan con decisión la acusación de que llevar la cultura a todo el mundo sea usurpar. “No estamos interesados en privar a un grupo y favorecer a otro del acceso a la cultura mediante la propiedad intelectual. Copiar no es robar. Remezclar no es robar”.

Los copistas han escuchado repetidas veces de sus detractores que “si todo el mundo copiara todo y lo vendiese como suyo, nadie podría hacer nada”. Ellos, en un escrito aclaratorio en una de sus múltiples webs (kopimistsamfundet.se), indican que “esta lógica es extrema y no existe en el mundo real”.

“La misma lógica extremista se podría aplicar en el caso de la protección intelectual. Si se extendiera a su máxima expresión, ningún libro se podría abrir sin pagar por ello. La educación, el entretenimiento y las expresiones culturales en todas sus formas serían tan caras que solo los más pudientes tendrían acceso a ellas. El mundo se dividiría entre los intelectuales y los que vivirían en la oscuridad creativa porque no tendrían acceso a la cultura. (…) La gente carecería de inspiración para construir sobre la obra de otros porque no podrían descubrir trabajos de otras personas. El plagio y la venta desautorizada del contenido creado por otro individuo es un asunto completamente distinto. Nosotros abogamos por copiar y compartir por motivos religiosos. No por temas financieros”.

Sus símbolos sagrados son los atajos de teclado CTRL+C (copiar) y CTRL+V (pegar), y con ellos defienden sin concesiones una cultura absolutamente libre y universal. No tienen dios ni creen en fuerzas sobrenaturales. “La vida, tal y como la conocemos, se originó con la habilidad de duplicarse del ADN. Este proceso es el elemento más básico de la vida y de la naturaleza. El ADN es un portador de información, el resultado de segmentos moleculares que determinan realmente en lo que nos hemos convertido. (…) Copiar es fundamental para la vida y está presente constantemente entre nosotros. La información compartida proporciona nuevas perspectivas y genera vida nueva. Nosotros sentimos una conexión espiritual con cada archivo creado”.

Su doctrina defiende que “ninguna persona puede ser excluida de la comunidad global de compartir conocimiento e información”. “La cultura deja de tener sentido y se muere si no se expande. Copiar es crear. Crear es copiar. Pensar que las cosas y las obras surgen de la nada es una idea absurda”.

El Copimismo, como toda religión, tiene sus polos opuestos que alejan al bien del mal. El bien: el que crea, el que copia, el que distribuye. El mal: el censor, el controlador, el que pone límites a internet.

Y un amén: “Copia y siembra”.

Principios del Copimismo

  • Todo el conocimiento para todos
  • La búsqueda de información es sagrada
  • La circulación del conocimiento es sagrada
  • El acto de copiar es sagrado
  • Copiar información es éticamente correcto
  • La diseminación de información es éticamente correcta
  • Copiar y mezclar es una forma sagrada de copiar porque expande y enriquece la información existente
  • Internet es sagrado
  • El código es ley

@SurSiendo